El muro flotante en el Río Bravo y la política antiimigrante de Texas.
Por Omar Sánchez
El flujo migratorio a través del territorio mexicano no se detiene, y aunque cada vez existen mayores obstáculos para las personas que pretenden llegar hasta los Estados Unidos de Norteamérica, miles de ellas continúan arriesgando su integridad en el intento por alcanzar el american way of life, o estilo de vida americano.
Los grupos de migrantes que cruzan a pie por diversos estados de la república mexicana han incrementado su actividad en fechas recientes, aun cuando efectivos de la guardia nacional, policías estatales y municipales, así como personal del Instituto Nacional de Migración (INM); buscan evitar su paso por nuestro país.
Si bien es cierto que México es el paso obligado para quienes buscan arribar a territorio estadounidense, durante décadas los migrantes se trasladaban de forma discreta para no ser detectados. Esta situación cambió cuando miles de personas se organizaron en la primera caravana migrante. Esta se originó en Honduras y comenzó a finales de octubre de 2018, partiendo desde la ciudad de San Pedro Sula, una de las áreas más afectadas por la violencia y la pobreza en esa nación.
A medida que avanzaba, se sumaron personas de otros países centroamericanos, como El Salvador y Guatemala, principalmente. Naciones cuyos índices de violencia, pobreza y desempleo son alarmantes. Se estima que la cantidad de personas que integraron la caravana migrante 2018 llegó hasta ocho mil personas, sin embargo muy pocas lograron ingresar hacia los Estados Unidos.
Esta caravana sentó un precedente, y de inmediato, miles de personas más en Centroamérica organizaron nuevas caminatas con la intención de replicar el éxito de aquellos que sí lograron cruzar la frontera norte de México. Ciudadanos de naciones como Venezuela, Nicaragua, e incluso algunos provenientes de Haití, China y diversos países de Africa, realizaron nuevos intentos para cruzar por territorio nacional. Sin embargo, el gobierno mexicano ya no fue tan flexible con ellos y trato de contenerlos en la frontera sur de Chiapas.
Ante esta situación se vivieron conatos de violencia entre autoridades y migrantes, muchos de los cuales fueron detenidos y deportados a sus países de origen. Una de las principales razones por las cuales no se les permitió transitar por nuestro territorio, fue que entre los migrantes se ocultaban delincuentes de pandillas como La Mara Salvatrucha, situación que encendió los focos rojos para las autoridades mexicanas.
Sin embargo la principal presión para contener el flujo de personas, fue la presión del gobierno estadounidense encabezado por Donald Trump, quien desde el inicio de su administración mostró un terrible desprecio y xenofobia hacia la migración proveniente de toda Latinoamérica. El presidente republicano comenzó la construcción de un muro metálico a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos, e incluso dijo que “los mexicanos pagarían el muro”. Ante esta situación, las voces de diversos políticos y especialistas en derechos humanos se unieron para protestar contra esta amenaza. Incluso Enrique Peña Nieto, quien se encontraba en los últimos meses de su administración, respondió de forma tajante vía Twitter con el siguiente mensaje: “No. México nunca pagará por un muro. Ahora ni, nunca. Atentamente: México (todos los mexicanos).
Esta respuesta enfureció a Trump, e inmediatamente ordenó un aumento del 5% de aranceles a todos los productos importados desde México hacia Estados Unidos, hasta que nuestro país se comprometiera a detener “la marea de migrantes ilegales” que pretendían llegar hacia los Estados Unidos. Incluso realizó una propuesta para construir un muro flotante a lo largo del Río Bravo, con la finalidad de evitar el cruce de migrantes por esa zona fronteriza. Sin embargo, este plan no tuvo apoyo y se quedó en el tintero cuando Trump no logró ser reelegido para el cargo. La idea estaba lista y solo faltaba que algún político ultraconservador la pusiera en marcha. Entonces la retomó Greg Abbott, gobernador de Texas desde el año 2015. Este hombre representa el ala más radical del Partido Republicano, y con su discurso abiertamente antiinmigrante, busca afianzarse como gobernador por tercer periodo consecutivo.
Abbott dio inicio a la instalación de boyas flotantes para evitar que los migrantes crucen nadando por el afluente del Rio Bravo. Estas esferas plásticas tienen un metro de diámetro y se encuentran recubiertas por alambres de púas. De igual manera, han sido ancladas al fondo de este rio mediante gruesas cadenas. De esta forma, buscan desalentar e impedir el cruce de personas hacia Texas. Cabe señalar que el gobernador ha emprendido otras acciones, como colocar contenedores de tráiler para ser utilizados como barrera física por vía terrestre, al igual que se colocaron miles de metros de alambre de púas, que incluso atraviesan las propiedades de personas, quienes no autorizaron su instalación.
Todo esta forma parte de una estrategia llamada “Lone Star” e incluye el traslado de migrantes indocumentados desde Texas hacia “ciudades santuario”, gobernadas por Demócratas y en las cuales no se persigue a los indocumentados de la forma tan salvaje como se realiza en los estados gobernados por Republicanos. Toda esta estrategia que violenta los derechos humanos más elementales de las personas provenientes de México y Centroamérica principalmente, ha generado un choque entre el presidente Joe Biden y Greg Abbott. Esta confrontación está escalando la tensión entre ambos personajes, ya que El Departamento de Justicia de Estados Unidos demandó al gobernador de Texas por la colocación del muro flotante. La denuncia también asegura que las autoridades texanas instalaron la barrera cerca de la ciudad de Eagle Pass de forma ilícita y sin obtener los permisos necesarios.
El Gobierno de Joe Biden asegura que la medida del gobernador republicano Greg Abbott va en contra de la ley federal y atenta contra los derechos humanos. Además de su retirada, también exigió la prohibición de medidas similares en el futuro. “Texas lo verá en los tribunales, señor presidente”, dijo Abbott utilizando un tono desafiante al pronunciarse contra el presidente estadounidense. Sin duda, este es el inicio de una larga disputa que se irá acrecentando conforme se acerquen los comicios presidenciales en Estados Unidos, en los cuales Joe Biden buscara su reelección. Donald Trump se perfila como su rival y esto augura una elección muy disputada entre Demócratas y Republicanos.
El gobierno mexicano también mostró su desacuerdo mediante el envío de dos notas diplomáticas dirigidas al gobierno estadounidense. Incluso, el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, acusó al gobernador de Texas de utilizar este muro flotante como una medida política para asegurar su reelección en el gobierno de ese estado. Estas acciones continúan desgastando las relaciones diplomáticas entre ambas naciones y ponen en riesgo la vida de miles de migrantes, quienes buscan llegar a Estados Unidos para alcanzar un mejor nivel de vida, dejando atrás la violencia, inseguridad y pobreza de sus países de origen.
¿La decisión de hacer uso del muro acuático para frenar la migración, es justa, e incluso, legal?
¿Realmente cumplirá su cometido, o solo es una acción electorera?
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