El maíz en México
Por: Mariana Jiménez Allende
Para todo mexicano, el maíz es parte de nuestra identidad y vida diaria desde tiempos prehispánicos. A decir de Sahagún, sabemos que entre los nahuas del siglo XVI, cuando nacía un niño, se le encomiaba diciéndole: “es tú salida al mundo. Aquí brotas y aquí floreces “. Acto seguido, se le cortaba el ombligo sobre una mazorca de maíz. De esta manera la mazorca quedaba ligada a la vida del niño. Los granos se guardaban para su siembra, y su cultivo era sagrado. Los padres del niño usaban los frutos para hacer el primer atole. Después, cuando el niño crecía, un sacerdote guardaba el maíz reproducido y lo entregaba al muchacho para que lo sembrara, cosechara e hiciera con lo cosechado las ofrendas de los dioses, en los momentos más importantes de su vida.
Es tal la importancia de este grano que ha trascendido el sincretismo cultural. Se calcula que ha estado presente desde hace unos 10 000 años. Hoy se han identificado 64 razas, de las cuales 59 se consideran nativas de México y 5 traídas de otras regiones como Cuba y Guatemala.
Siendo la base de la dieta de la población mexicana, el maíz se encuentra en más de 600 platillos de nuestra gastronomía. Es símbolo de nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte. Por ello es de gran importancia defender su siembra, cosecha y la elaboración de alimentos preparados con el grano sagrado.
Se calcula que, en México, cada persona consume casi medio kilo de maíz diariamente, ya sea en las tortillas de maíz blanco nixtamalizado, tamales, atoles, esquites, tlacoyos, etc., que proveen el 39 por ciento de las proteínas, el 45 por ciento de las calorías y el 49 por ciento del calcio que requerimos diariamente
Hoy en día, ante la sobreproducción, se ha optado por monocultivos, es decir, la producción de una sola especie y variedad, lo que ocasiona que al ser especies genéticamente modificadas, desplazan a las especies nativas.En palabras de Rosaura Citlali López Binnqust, coordinadora del Centro de Estudios Tropicales de la Universidad Veracruzana, la agrobiodiversidad se ve disminuida, ya que estas especies llegan a ser más fuertes que las criollas.
Esta situación es compleja, ya que tiene que ver con la aprobación de políticas públicas que fomentan la producción a gran escala de algunos productos, dejando de lado los policultivos, sistemas forestales y agroforestales múltiples y tradicionales como la milpa, y favoreciendo el uso de pesticidas, abonos y fertilizantes químicos que contaminan el suelo y dañan la salud de quienes trabajan con ellos y de quienes los consumen.
Ante esta situación, con la participación de más de 300 organizaciones de intelectuales, artistas, estudiantes, investigadores, campesinos, profesores, defensores de derechos humanos, grupos ecologistas y pueblos originarios se ha conformado el movimiento «Sin Maíz no hay país” en el año 2009. A partir de esta fecha, han hecho uso de diversas herramientas de protesta, como manifestaciones, bloqueos, asambleas y mítines, donde convocan a la población a informarse y sumarse a la lucha y resistencia.
Nuestro país cuenta con 59 variedades genéticas siendo el de mayor diversidad del mundo. Sin embargo, la siembra y cosecha han disminuido debido a múltiples factores, entre ellos el cambio climático, los monocultivos, la migración de los agricultores y la introducción de semillas genéticamente modificadas.
Para proteger este legado, el presidente Andrés Manuel López Obrador decreto una serie de reformas en donde se prohíbe la siembra y consumo del maíz transgénico. Quienes hicieron saber su molestia fueron los Estados Unidos. Sin embargo, aún con las prohibiciones, México siguió comprando el maíz genéticamente modificado.