Violencia en Medio Oriente, Israel Contra Hezbollah.

Las recientes explosiones remotas dirigidas a miembros de Hezbollah a través de sus dispositivos de comunicación han dejado una profunda crisis tanto en el ámbito militar como en el psicológico del grupo. Estas explosiones afectaron a bípers y walkie-talkies utilizados por sus miembros en lugares tan diversos como tiendas de comestibles, funerales y calles. El impacto psicológico que generaron estos atentados en la sociedad libanesa, especialmente en aquellos afiliados a Hezbollah, va más allá de los daños físicos y militares, aunque estos también fueron significativos. Con al menos 37 muertos, incluidos dos niños, y más de 3 mil heridos, el ataque ha dañado a libaneses tanto dentro como fuera del grupo militante, afectando no solo a combatientes, sino también a trabajadores civiles del grupo. La capacidad militar de Hezbollah no ha sido destruida con estos atentados. Según diversos analistas, el grupo podrá reorganizarse, reparar sus redes de comunicación y adaptar sus operaciones militares. Aun así, las explosiones mostraron un importante punto débil en el sistema de comunicación de Hezbollah, que ha recurrido a soluciones de baja tecnología para evadir la vigilancia israelí. Lo que parecía una estrategia eficiente —utilizar bípers y walkie-talkies en lugar de teléfonos móviles— resultó un beneficio para el ejército israelí y el Mossad. Aunque las explosiones no han sido reconocidas oficialmente por Israel, es ampliamente aceptado, está claro que todo se gestó desde las entrañas de esta nación.  El propio general retirado del ejército libanés, Elias Hanna, ha comparado el incidente con momentos devastadores en la historia, como el 11-S o Pearl Harbor.

Este golpe, sin embargo, no es letal en términos militares, ya que Hezbollah cuenta con una considerable fuerza de alrededor de 100,000 combatientes, y aunque los atentados dejaron fuera de combate a algunos de sus miembros, el porcentaje de bajas sigue siendo pequeño en relación con el total. El daño más duradero podría estar relacionado con la confianza en su sistema de comunicación y la moral de sus integrantes, así como el impacto psicológico que este tipo de ataques tiene en la estructura social de Hezbollah, la cual incluye no solo a sus fuerzas armadas, sino también a civiles que trabajan en sus diversas instituciones, como hospitales y medios de comunicación. El atentado ha dejado expuesta la vulnerabilidad de los sistemas de baja tecnología que Hezbollah había implementado. Desde hace tiempo, el grupo evitaba el uso de teléfonos móviles por temor a la vigilancia israelí y, en su lugar, dependía de una red privada de fibra óptica y dispositivos de baja tecnología como bípers. Sin embargo, este reciente ataque demostró que incluso estos dispositivos pueden ser infiltrados. Según informes, pequeñas cantidades de explosivos fueron implantadas en los bípers en algún momento de su fabricación o envío, y luego detonadas de manera remota. La red de telecomunicaciones que Hezbollah había confiado para mantener sus operaciones en secreto ahora ha quedado expuesta, dejando al grupo con la necesidad de reformular sus estrategias de comunicación.

El daño psicológico para Hezbollah es probablemente más significativo que el daño físico. Como señaló Orna Mizrahi, una exanalista de inteligencia del ejército israelí, la operación demuestra hasta qué punto Hezbollah es vulnerable a la inteligencia israelí. La humillación de ser atacados de esta manera, en medio de un conflicto que ha ido en ascenso desde el ataque de Hamás en Israel, tiene repercusiones profundas. Hezbollah, que ha intercambiado ataques casi diarios con Israel desde ese momento, se enfrenta a un nuevo reto, no solo en el frente militar, sino en el ámbito de la percepción pública y la moral interna. La capacidad de resistir ataques de este tipo es importante para mantener la cohesión y la lealtad dentro de las filas de Hezbollah. Amal Saad, profesor de política y relaciones internacionales, ha señalado que uno de los principales efectos de este atentado ha sido la “desmoralización y el miedo” dentro del grupo. No es solo una cuestión de seguridad militar; el ataque ha afectado a toda la sociedad de Hezbollah, que ahora ve sus sistemas de comunicación, y tal vez incluso otros aspectos de sus operaciones, como susceptibles de ser pirateados y manipulados. Hezbollah tendrá que reevaluar no solo el uso de bípers, sino su enfoque general sobre la seguridad y la comunicación al interior de sus filas

La respuesta de Hezbollah a estos ataques ha sido constante. A pesar de la interrupción de su red de comunicación, el grupo continuó lanzando cohetes contra Israel, aunque a un ritmo reducido. En este escenario, las telecomunicaciones juegan un papel vital en las operaciones militares. Según el general retirado del ejército libanés Naji Malaeb, un retraso en las comunicaciones puede ser desastroso para las operaciones militares. Aunque Hezbollah tiene otras formas de comunicarse, como su red de telefonía fija y la entrega manual de mensajes, la pérdida de su capacidad para utilizar dispositivos móviles sin riesgo de vigilancia o ataque representa un golpe importante. Los analistas también han discutido sobre las posibles soluciones que Hezbollah podría implementar para superar esta nueva vulnerabilidad. Algunos sugieren que el grupo podría volver a depender más de su red de telefonía fija, aunque esto no está exento de riesgos, dado que Israel ya ha intentado intervenir dicha red en múltiples ocasiones. Otros, como Elias Hanna, incluso sugieren que Hezbollah podría recurrir a métodos aún más rudimentarios, como la entrega manual de mensajes, una técnica que ha permitido que figuras como Yahya Sinwar, líder de Hamás, eviten ser rastreados y atacados en Gaza.

En respuesta a estos ataques, el ejército libanés ha comenzado a detonar bípers y dispositivos inalámbricos sospechosos en todo el país, advirtiendo a los ciudadanos a mantenerse alejados de los lugares de detonación. Este esfuerzo por evitar posibles explosiones adicionales muestra la gravedad de la amenaza que los dispositivos manipulados representan para la seguridad del país. La situación también ha llamado la atención de las Naciones Unidas, cuyo grupo de expertos ha calificado los ataques como violaciones del derecho humano a la vida y ha conminado a una investigación independiente para garantizar la rendición de cuentas. En el ámbito internacional, la respuesta ha sido rápida y enérgica. Desde Irán, el comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria, Hossein Salami, ha prometido una “respuesta decisiva y aplastante” contra Israel en nombre de Hezbollah, aclarando que Israel no ganará nada con estos ataques. Esta declaración ha vuelto más sólida la alianza entre Hezbollah e Irán, al tiempo que manifiesta el riesgo internacional del conflicto, con graves consecuencias más allá de las fronteras libanesas e israelíes. A medida que Hezbollah intenta recuperarse de este golpe, tanto en términos de moral como de capacidad operativa, queda claro que los efectos de estos ataques no se limitarán a lo inmediato. La organización se enfrenta ahora a la tarea de reconstruir no solo su infraestructura de comunicaciones, sino también la confianza de sus miembros y de la sociedad libanesa.

Incluso algunos analistas militares internacionales aseguran que el ejército de Israel está preparando una incursión armada en territorio libanés, lo que tensaría más la ya complicada situación en medio oriente. Ya que Hezbollah es una poderosa milicia que está respaldada por el gobierno de Irán, que se encarga de suministrarle armas, capacitación en combates cuerpo a cuerpo, además de brindarles protección a sus principales líderes, para evitar que estos sean aprehendidos o asesinados.