La Asamblea General de la ONU, el nuevo campo de batalla entre Rusia y Ucrania.
Por Omar Sánchez
En un discurso que ya se considera histórico en la política internacional, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, enfatizó la necesidad de reformar los estatutos del Consejo de Seguridad de la ONU y de la Asamblea General, argumentando que los 574 días de guerra en Ucrania son razones suficientes para cuestionar el poder de veto que Rusia ejerce en el Consejo de Seguridad. Este poderoso llamado no pasó desapercibido y desencadenó una serie de reacciones, especialmente por parte del ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov. Además de la postura de Rusia, es fundamental analizar la posición y participación de Estados Unidos y la OTAN en este conflicto.
El presidente Zelenski, en un discurso que captó la atención de la comunidad internacional, argumentó que la prolongada guerra en Ucrania justifica una revisión fundamental de las estructuras de toma de decisiones en la Organización de las Naciones Unidas. Destacó la necesidad de abordar el poder de veto que Rusia ha utilizado repetidamente en el Consejo de Seguridad para bloquear resoluciones y medidas destinadas a poner fin a la invasión rusa. Esta solicitud apuntó a los desafíos que enfrenta la ONU en su capacidad para abordar conflictos internacionales y garantizar la paz global.
El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, respondió de manera contundente al llamado de Zelenski. Lavrov defendió la posición de Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU, argumentando que el poder de veto es un mecanismo fundamental que protege los intereses de las naciones soberanas y evita intervenciones injustificadas en asuntos internos de los países. Además, Lavrov enfatizó que la responsabilidad de la prolongación del conflicto recae en el gobierno ucraniano y en Occidente, que ha apoyado a Ucrania en su lucha contra Rusia.
Esta confrontación no es un episodio aislado en la historia de las relaciones entre Rusia y Ucrania. Desde la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014, pasando por la destitución del presidente ucraniano pro-ruso, Viktor Yanukovich, hasta la declaración de independencia de las «Repúblicas Populares» de Donetsk y Lugansk en el este de Ucrania, los conflictos históricos han servido como telón de fondo para el conflicto actual. Estos eventos han dejado heridas profundas y han contribuido a la prolongación de la crisis en la región.
Rusia, con su arsenal militar y capacidad nuclear, ha demostrado ser un actor formidable en el escenario internacional. El poder militar ruso, con tanques, artillería pesada y fuerzas aéreas, ha sido un factor clave en el mantenimiento de la presión sobre Ucrania y el respaldo a los separatistas en el este del país. El liderazgo de Vladimir Putin, caracterizado por su mano dura y pragmatismo en la promoción de los intereses rusos, ha sido central en la gestión de la guerra en Ucrania y ha tensado las relaciones con Occidente.
Estados Unidos ha desempeñado un papel significativo en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Desde el inicio de la crisis, ha proporcionado apoyo político y militar a Ucrania, incluyendo asistencia económica y suministros de armamento. La administración estadounidense ha condenado enérgicamente la anexión de Crimea por parte de Rusia y le ha impuesto sanciones como respuesta. Además, Estados Unidos ha instado a sus aliados de la OTAN a aumentar su presencia militar en Europa del Este para disuadir cualquier agresión adicional de los rusos. La muestra mas clara del apoyo estadounidense se dio al finalizar la sesión plenaria en la ONU, ya que el presidente Joe Biden, anunció un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania por valor de 325 millones de dólares, que incluye tanques Abrams, sistemas de defensa aérea y municiones de artillería.
El paquete, el decimotercero que Estados Unidos envía a Ucrania desde el inicio de la guerra, incluye sistemas de armas antitanque, misiles antiaéreos, vehículos blindados y drones de última generación. Además, una batería de defensa antiaérea HAWK, que permite derribar aviones, así como sistemas capaces de interceptar misiles. “Este paquete de ayuda proporcionará a Ucrania las herramientas que necesita para defenderse de la agresión rusa», dijo Biden en un comunicado.
El anuncio se produce en un momento en que la guerra en Ucrania se recrudece, ya que las fuerzas rusas han intensificado sus ataques en el este del país, donde se concentran ahora los combates. El nuevo paquete de ayuda estadounidense es un esfuerzo por reforzar las capacidades de defensa ucranianas ante la ofensiva rusa. Sin embargo, esto ha sido criticado por organizaciones como Human Rights Watch (HWR), a quienes les preocupa el impacto que las bombas de racimo pueden tener sobre la población civil.
Dichas bombas de racimo son municiones que contienen numerosas submuniciones que se dispersan sobre un área amplia. Estas submuniciones pueden no explotar al impactar, lo que supone un peligro para la población civil durante años. HWR ha pedido a Estados Unidos que reconsidere la inclusión de bombas de racimo en el paquete de ayuda a Ucrania. El apoyo militar estadounidense a Ucrania ha sido clave para el éxito de las fuerzas ucranianas en la guerra. Los misiles antitanque y los drones han sido especialmente efectivos contra las posiciones rusas.
El paquete de ayuda es un signo de la determinación de Estados Unidos de apoyar a Ucrania en su lucha contra Rusia. Por su parte, la OTAN ha expresado su apoyo a Ucrania y ha intensificado su cooperación con el país en respuesta a la crisis. La OTAN ha llevado a cabo ejercicios militares en Europa del Este y ha reforzado su presencia en la región báltica como señal de solidaridad con sus miembros afectados por la confrontación con Rusia.
La guerra en Ucrania ha causado una crisis humanitaria sin precedentes. Más de 10 millones de personas han sido desplazadas de sus hogares, y más de 5 millones han huido del país. La guerra ha provocado la destrucción de infraestructuras civiles, lo que ha dejado a millones de personas sin acceso a alimentos, agua y refugio. También ha provocado un aumento de los precios de la energía y los alimentos. Rusia es un importante productor de petróleo, gas natural y cereales, y la guerra ha interrumpido el suministro de estos productos a los mercados mundiales. Esto ha provocado un aumento de los precios de la energía y los alimentos, lo que ha agravado la inflación y la inseguridad alimentaria en todo el mundo
Este conflicto ha aumentado la tensión entre Rusia y Estados Unidos. Rusia ha sido acusada de crímenes de guerra en Ucrania, y el gobierno estadounidense, con apoyo de sus aliados, ha impuesto sanciones económicas al gobierno ruso, y esto ha generado que Vladimir Putin se empeñe aún más en conquistar el territorio ucraniano, sin importar el tiempo, recursos o vidas de soldados rusos, que pueda costarle su aventura bélica.
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