LA CABEZA DE MI PADRE
Por José Luis Mecatl
(2022)
ALMA DELIA MURILLO
(Ciudad Nezahualcóyotl, 1979)
La cabeza de mi padre es la novela más reciente de Alma Delia Murillo, quien antes había publicado Cuentos de maldad y uno que otro maldito (2020), Tiembla (2018), El niño que fuimos (2018), Las noches habitadas (2015) y Damas de caza (2010); estudió Literatura Dramática y Teatro en la UNAM y colabora en diversos medios; atiende talleres literarios y elabora contenidos para televisión y guiones para audioseries, entre otras actividades.
Con cuarenta años a cuestas, la protagonista, Alma, inicia la búsqueda de su padre, con la única referencia de una foto vieja de su hermano; en la única foto en la que aparece su padre solo puede verse su cuerpo; como después se enteraría, la parte de la cabeza fue arrancada por su madre.
Se fue cuando ella era muy pequeña, la menor de ocho hermanos, y por lo tanto no cuenta con rastros de él en la memoria; el ímpetu por buscarlo surgió a partir del presagio de que su padre iba a morir; su madre y algunos de sus hermanos acceden a acompañarla; no todos aceptan en virtud de que cada uno tiene una imagen muy diferente del padre y hay quienes no tienen el menor interés de encontrarse con quien para ellos ya está muerto, porque, como lo dice la propia protagonista todos somos hijos del mismo padre pero todos tenemos un padre distinto, de tal manera, continúa ella misma, me repetí que cada quien tenía derecho a interpretar su versión de la historia, a escribir su propia novela.
Se lanzan, entonces, en una búsqueda de un padre que ha estado desaparecido por décadas, de quien siempre se dijo públicamente que estaba muerto, porque siempre es más digno tener un padre muerto que un padre que no te quiere, y duele menos. El trayecto para llegar a La Mira, un pueblo en Lázaro Cárdenas, Michoacán, donde saben que aún vive Porfirio Murillo Carrillo, que es el nombre del padre, es un recorrido con muchos riesgos por la presencia en toda lo zona de grupos de narcotraficantes, aún así, deciden emprenderlo.
Al tiempo, la protagonista comparte lo que ha sido su propia vida, formando parte de una familia de ocho hermanos, sostenidos por su madre, en una zona tan paupérrima y variopinta a la que ella llama su propio Callejón de los milagros; narra las muy difíciles condiciones de vida en las que tuvieron que vivir; el abuso sexual del que fue objeto siendo muy pequeña; el accidente que provocó graves quemaduras a la mayor de las hermanas; el valor y la tenacidad de la jefa de la familia por salvar la situación familiar.
En algún momento, dice la autora, en la vecindad que mi madre, mis hermanos y yo habitábamos, ocupábamos dos cuartitos separados por el largo pasillo que atravesaba toda la construcción. En uno de esos cuartos estaban las camas y el baño. En el otro el comedor y la cocina. Era una vecindad vital y grasienta. Un barrio para encomendarse a la Santa Muerte y no a la Virgen de Guadalupe ni a Dios-mi-Padre-celestial como dice mi madre la mitad de las veces cada vez que sale una frase de su boca. Para encerrarse temprano o para salir a la calle y entrarle a los madrazos.
Al final, la narradora consigue su objetivo, logra saldar cuentas y poner nuevamente la cabeza de su padre en su sitio; no necesariamente lo logran sus hermanos, porque, como ya mencionamos cada uno tiene un padre distinto, aunque sea el mismo, y cada quien tiene derecho a escribir su propia novela.
Una gran historia e interesante autora que habrá que seguir en sus otros libros ya publicados y en los que seguramente están por venir; altamente recomendable.
Date la oportunidad.
¡Te invito a leer!
José Luis Mecatl Morales
11 de septiembre, de 2022