“ENGAÑO”

Por José Luis Mecatl Morales

(2009)

PHILIP ROTH

(New Jersey, 1933 – New York, 2018)

Una vez pasada la emoción de los primeros encuentros, quienes se involucran en una relación de infidelidad se enfrentan al cuestionamiento del porqué están ahí, de las motivaciones de cada uno de los participantes en ella y, dependiendo de cada situación, acerca del futuro de la relación, si es que alguno; o quizá, cínicamente reconocer que se trata solamente de una especie de divertimento y no se le atribuye mayor trascendencia que el mero hecho de participar.   

Ser amante de…, en una relación de pareja, significa que alguno de los participantes, o ambos, es casado, o  al menos se tiene una pareja estable, lo que significa que al tener otra pareja se está cometiendo un “engaño”, se está haciendo algo indebido mintiéndole a alguien.

El autor se ocupa de este tema, del engaño como trasfondo fundamental de las relaciones entre los amantes; a través de notas, aparentemente inconexas, tomadas por el personaje central, Philip, “curiosamente” llamado igual que el autor de la novela,  antes o después de sus encuentro sexuales con la pareja en turno, nos describe la diversidad de situaciones que de una u otra manera están siempre presentes en las relaciones extramaritales: desde cuestiones tan inmediatas y triviales como  el temor de ser descubiertos; el hastío de la vida en el matrimonio; el odio a la rutina; en algunos casos, el cinismo del reconocimiento de la traición recíproca; hasta el hecho de cuestionarse de la situación de ser infiel, e incluso la diversidad de puntos de vista sobre la situación política o, en este caso, sobre la cuestión judía, del cual el autor es parte.

Sin dejar claro de manera inmediata con cual de sus parejas se encuentra dialogando, las conversaciones que se suceden nos van reafirmando algunas “verdades” de la relación entre los amantes, que no por ser compartidas dejan de ser reveladoras: 

Una de las injusticias del adulterio, cuando comparas al amante con el cónyuge, es que al primero nunca le ves esas circunstancias tediosas, discutiendo por la verdura, o la tostada quemada, porque se ha olvidado de telefonear, porque molesta a alguien o es molestado. Creo que quien tiene relaciones extraconyugales mantiene adrede todo eso al margen. Estoy generalizando a partir de una experiencia minúscula, casi inexistente, pero creo que es así, porque de lo contrario una viviría con una zozobra, constante, a menos que te guste tener dos series de conflictos domésticos y puedas pasar de una la otra.

Esta situación de injusticia que por lo menos de inicio, le da la ventaja al amante, también se va desgastando con el tiempo; el tedio y el hastío van minando el encanto inicial y la experiencia excitante, llena de sorpresas y grandes emociones, empieza a convertirse en una serie de actos previsibles, parte  rutinaria de los encuentros, que por su naturaleza, supuestamente, deberían ser siempre sorpresivos.

Primero el éxtasis y la pasión, los voluptuosos pecados de la carne, ella cautiva de él, arrebatada. Tras la tórrida escena en su castillo, peinarte con su peine y esas cosas. Un amor insoportable hacia el hombre perfecto cuyos actos son todos hermosos. Luego, con el tiempo, el amante fantástico se erosiona, se transforma en el amante cotidiano, práctico…, y empieza la tiranía de lo real.    

El “engaño” se convierte así en el eterno invitado, presente todo el tiempo, por lo menos desde la perspectiva del novelista, de manera que subrepticiamente determina el desgaste de las relaciones de pareja; pero más aún, el autor también engaña a su mujer, cuando ella descubre las notas que son motivo del presente comentario y lee las confesiones de infidelidad de parte de Philip; por si esto fuera poco, todo indica que también nos engaña a nosotros, sus lectores; situación que se deja ver claramente  ante el reclamo de su mujer; ante esto, el escritor afirma que su narración:

¡Es una representación, un juego, una imitación de mí mismo! Hago ventriloquia conmigo mismo. O quizá sea más fácil entenderlo al contrario: todo está falsificado excepto yo. Tal vez incluso yo mismo lo esté. Pero de otro modo, cariño, todo se reduce a una invención, un entretenimiento del homo ludens

Así que al final ya no queda claro donde acaba lo que es la realidad y donde empieza lo que es producto de la imaginación literaria del autor, lo único que queda totalmente claro es que todo en la relación de pareja es un juego de simulaciones, un verdadero engaño. ¿Estarías de acuerdo con esta idea? Analiza los argumentos de Philip Roth.

¡Te invito a leer!    

José Luis Mecatl Morales

8 de mayo, de 2022