EL PRINCIPIO DEL PLACER
Por José Luis Mecatl
(1972)
JOSÉ EMILIO PACHECO
(Ciudad de México 1939-2014)
José Emilio Pacheco, quien cuenta dentro de su prolífica obra con la autoría de la icónica novela Las batallas en el desierto, fue merecedor de múltiples e importantes reconocimientos entre los que destacan los premios Xavier Villaurrutia, Premio Nacional de Periodismo, Premio Nacional de Ciencias y Artes, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y Premio Miguel de Cervantes; fue además miembro de El Colegio Nacional desde 1986.
Poeta, cronista, novelista, cuentista, ensayista, crítico literario y traductor, considerado como uno de los miembros más destacados de la Generación de Medio Siglo, junto a figuras como Juan García Ponce, Sergio Pitol, Salvador Elizondo, Juan Vicente Melo, Huberto Batis, Jorge Ibargüengoitia y Carlos Monsiváis, entre otros. Grupo que, de acuerdo con el propio Huberto Batis, estaba definido por «una defensa de los valores literarios, vengan de donde vengan; un repudio a lo nacionalista, a lo oficialista, a lo ‘mexicano’, así, entre comillas, que es lo que a nosotros más nos unió”.
Las lecturas compiladas en El principio del placer, llevan a la idea de que tras bambalinas subyacen algunos de los conceptos de la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud, sustentando la idea de que el principio del placer impulsa la satisfacción inmediata de las necesidades, pero este impulso se ve constreñido por el principio de la realidad, así la consecución de los placeres se dan en el ámbito de lo real.
Los seis textos del libro, una novela corta y cinco cuentos, hablan de los propósitos de los protagonistas de llevar a buen puerto los anhelos de cada uno de vincularse con la persona que resulta ser depositaria de sus fantasías; así, el relato que da título al libro, trae a colación la historia de Jorge, un joven estudiante que llega con su familia a vivir a Veracruz y sabremos de sus inquietudes eróticas por Ana Luisa, una amiga de sus hermanas, a través de la descripción que va dejando a través de su diario; Ana Luisa, una joven un poco mayor que Jorge, resulta ser una muchacha un tanto misteriosa, que frecuente e inesperadamente debe trasladarse a Jalapa, al tiempo en que establece límites muy claros en la comunicación que puede establecerse entre ellos y, al final, resulta ser alguien muy diferente a quien Jorge se imaginaba, alguien que solo él ignoraba.
La desequilibrada relación, desde la universidad, en la amistad de Zenobia y Rosalba, es resuelta por los avatares de la vida, las vicisitudes por los que atraviesa cada una, que en un momento las lleva por caminos contrapuestos, al cabo del tiempo habrá de unirlas nuevamente, esta es la historia que nos narra La zarpa.
A su vez, en La fiesta Brava, el capitán Keller, un veterano de Vietnam, pensionado, pretende radicarse cómodamente en la ciudad de México, mientras se dedica a visitar los lugares identificados con atractivos arqueológicos para los visitantes extranjeros; de tal manera llega el momento en que se le acerca un vendedor de helados en su carrito de metal y lo convence de realizar un misterioso recorrido por el metro, que tendrá, previsiblemente, un inesperado final; historia que se cruza con la de Andrés Quintana, alguna vez considerado como el cuentista más prometedor de su generación, y que en un momento en que se encontraba de capa caída recibe la inesperada invitación de un “viejo amigo”, para escribir un cuento destinado a ser publicado en una naciente revista; las cosas no irán de la mejor manera y a su regreso por el metro coincide desde el andén del frente con Keller, sin que logren tener en claro la forma que se dará el final de la historia que los involucrará a ambos.
En otra de las historias, Gerardo se entera por los diarios de la muerte de Langerhaus, nombre que, también, da título al relato, en la autopista de Cuernavaca; un antiguo compañero de la secundaria que a los doce años era considerado un prodigio tocando el clavecín y quien a cambio de su éxito sufría la hostilidad de sus compañeros; en los sucesivos encuentros con su antiguos camaradas, Gerardo trataba de ubicarlos con respecto a la personalidad de Langerhaus, pero a pesar de lo peculiar del personaje y de las circunstancias que de acuerdo con los recuerdos de Gerardo lo rodeaban, nadie lograba tenerlo en mente.
En la actualidad, lamentablemente, la desaparición de personas, sin importar sexo ni edad, es pan de todos los días; en los años cuarenta, la desaparición de un niño era noticia de primera plana, más aún si se trataba del hijo de algún encumbrado contratista del gobierno; tal es caso en Tenga para que se entretenga: Olga, la esposa del contratista, lleva a su pequeño hijo, Rafael, a dar una vuelta por Chapultepec, mientras se llega el momento de acudir a una cita para un almuerzo; mientras Rafael se encuentra jugando, aparece un misterioso personaje quien convence a la madre que permita al niño visitar el subterráneo de donde él emergió, en tanto, le deja un periódico doblado y una rosa con un alfiler, al tiempo que le dice “Tenga para que se entretenga. Tenga para que se la prenda”, elementos clave en la enigmática desaparición del niño, de quien no se volverá a saber.
Obligado a salir apresuradamente de La Habana por la sublevación de los negros de los ingenios azucareros a principios del siglo pasado, Luis, representante de un proveedor de las boticas de la ciudad, se embarca en el Churruca, un vapor de la Compañía Transatlántica Española; en el trayecto conoce a la bella Isabel, joven nacida en Túnez, quien viaja en compañía de sus padres, de quienes de a poco va ganado su confianza, lo que le permite acercarse a la dama, a pesar de que el es un hombre casado; todo va bien durante el viaje, pero al final todo cambia drásticamente, un desenlace totalmente imprevisible ha de trastornar por completo sus vidas; esa es la historia que nos narra el escritor en Cuando salí de La Habana, válgame Dios.
Libro ameno, historias interesantes, finales inesperados; elementos que, considero, lo convierte en una buena manera de conocer a José Emilio Pacheco y, si ya lo conoces, para seguirlo disfrutando.
¡Te invito a leer!
José Luis Mecatl Morales
6 de febrero de 2023