Madres Buscadoras
Mariana Jiménez
Es una realidad que en nuestro país las desapariciones eran situaciones poco frecuentes en los años 60, asociadas principalmente con la protesta y lucha social. Al paso de los años los llamados comúnmente “levantones” se fueron haciendo más frecuentes, para el 2007 en la llamada guerra contra el narcotráfico, bajo el mandato de Felipe Calderón se dio una escalada histórica en la violencia y desapariciones, actualmente la base de datos de la Comisión Nacional de Búsqueda señala que los desaparecidos que no han sido localizados hasta marzo del presente año son 114.926 personas, más los casos no documentados .
Estas desapariciones no son solo un número, no son registros archivados en las instituciones, representan a familias victimas de la violencia multifactorial por la que atraviesa nuestro país, los hombres las principales víctimas de la delincuencia organizada, las mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual, así como las y los defensores de la tierra y derechos humanos, sumado a los feminicidios.
Ante este crimen de lesa humanidad, son las madres, abuelas, esposas y hermanas quienes en su mayoría se organizan y encabezan las luchas contra el olvido, la revictimización sistemática y la injusticia, organizando búsquedas en todo el territorio nacional, entre cerros y terrenos de difícil acceso, con herramientas rusticas, pero con la firme convicción de hacer la búsqueda lo mejor posible, desde la construcción de conocimiento colectivo, han aprendido a llenar fichas de localización, a hacer denuncias y sobre todo como identificar posibles zonas de búsqueda.
En México y América latina existen más de 60 colectivos; ellas las madres buscadoras, han logrado que tipifiquen esta violencia en el Código Penal Federal y la creación de La Ley General en Materia de Desaparición y el Sistema Nacional de Búsqueda
Sin embargo, no todo son pasos hacia adelante, pues a la fecha se han registrado 22 asesinatos de personas buscadoras de las cuales 8 eran mujeres.
Aun estamos muy lejos de frenar esta violencia, hace falta un verdadero compromiso por parte de las distintas dependencias gubernamentales, aplicando los protocolos internacionales y nacionales, así como la asignación y aplicación de recursos económicos y materiales necesarios para alcanzar la verdad, justicia, reparación y no repetición.
¡Todos y todas con las madres buscadoras!