Los pueblos originarios en México
Por Mariana Jiménez.
Galeano plantea que después de 1492, los pueblos originarios asentados en los nuevos territorios usurpados, descubrirían lo que era sobrevivir, aprenderían distintas estrategias, no solo para conservar la vida entre la precariedad y a un paso de la muerte, sino para conservar sus conocimientos, costumbres, identidad y cosmovisión.
Ante la destrucción por parte de los españoles una de las estrategias que favoreció la socialización de conocimiento, fue la comunicación de persona a persona, realizar las distintas ceremonias en la clandestinidad, lo que dio paso al sincretismo.
La resistencia de los pueblos originarios no ha tenido descanso, aun cuando existe un marco jurídico internacional y nacional que sustenta sus derechos humanos al mismo tiempo que enfatizan en la composición pluricultural de la nación.
Como en muchas de las ocasiones los derechos estampados en leyes y tratados, se quedan como letra muerta, pues en el contexto de globalización la lógica de la mercantilización y cosificación desplaza a comunidades enteras, para seguir despojando a los pueblos originarios, explotando los recursos naturales, e impidiendo su libre organización.
Podemos hablar de una terrible contradicción, pues por un lado se habla de un México multicultural, resaltando la gastronomía, algunas muestras culturales, invitando a la población a acercarse a los llamados “ pueblos mágicos” los cuales han sido adaptados para la turistificación y por el otro lado se discrimina a las comunidades originarias, se rechazan sus formas, muy otras, se les niegan esos derechos que como país de avanzada Jurídica tanto presumimos.
Por ello es necesario mirar a las comunidades indígenas como sujetos de derechos, respetando su cosmovisión, así mismo exigiendo el respeto a las comunidades en donde ellos habitan, el respeto a sus recursos naturales, al mismo tiempo que se hace preciso plantear la descolonización.