Las mujeres en Irán y la lucha por sus derechos humanos.
Por Omar Sánchez
La República Islámica de Irán se encuentra ubicada en la región de Medio Oriente, en el continente asiático. Este país se encuentra gobernado bajo una Teocracia, en la cual existe un Presidente, pero se encuentra subordinado por completo a las decisiones políticas (y sobre todo religiosas) de un líder supremo conocido como Ayatola, el cual funge como una de las máximas autoridades del Islam, gobernando con mano de hierro esta nación asiática.
Durante las primeras siete décadas del siglo XX, el gobierno de Irán se encontraba regido por un Sha (Rey en idioma Persa) Durante estos años las mujeres tenían derecho al voto y al divorcio, además no utilizaban velo en sus rostros.
Durante muchos años, el descontento de la sociedad en Irán se fue generalizado, pues el Sha reprimía y encarcelaba a sus opositores, y también realizó una serie de reformas sociales, las cuales fueron mal vistas por un sector radical islámico, quienes consideraban que su cultura y religión se veía amenazada por los países de occidente. En el año 1978, grupos de estudiantes, grupos comunistas y fundamentalistas religiosos, se unieron para protestar, pues consideraban que el estilo de vida occidental invadía y destruía la milenaria cultura Persa de Irán.
Las protestas se hicieron cada vez más fuertes. Un grupo de religiosos ultraconservadores, tomó el control de las mismas y exigían el derrocamiento del Sha. Un líder ultraconservador religioso, el Ayatola Jomeini, dijo las siguientes palabras: «El voto del pueblo ya no es el Sha y tiene que ser retirado de su trono. Tras su destitución, se establecerá la República Islámica, que se basará en el voto popular general».
La revolución religiosa de 1979 triunfó y derrocaron al Sha. De esta manera, Irán se convirtió en una teocracia regida por la ley islámica y liderada por el Ayatolá Jomeini. Fue justo en ese año cuando comenzó el infierno para las mujeres en Irán, ya que perdieron el derecho al divorcio, fueron obligadas a realizar matrimonios forzados y bajo la rígida ley islámica, fueron orilladas a utilizar el hiyab o velo en sus rostros siempre que se encontraran en algún espacio público y si deseaban viajar o estudiar, tenían que solicitar permiso a los hombres.
Todas las mujeres en Irán debían tener el cabello debajo de un pañuelo, de igual manera debían mantener brazos y piernas cubiertas con ropa “adecuada” para su género. La ley que impone estas reglas es conocida como “Sharia” y, entre otras cosas, dice que en las escuelas, las mujeres tienen que usar el hiyab desde la edad de siete años. Existen varios castigos para las mujeres que dejen ver su rostro, brazos o piernas en público; el primer castigo es la detención, la cual puede convertirse en condena a prisión, y en casos considerados más graves, las mujeres son azotadas con latigazos. Todo eso por ejercer su derecho a vestir libremente, lo cuál es considerado un delito.
Si por accidente alguna mujer lleva mechones de cabello fuera del velo o hiyab, puede ser abofeteada, pateada e incluso golpeada con palos por la llamada “Policía de la Moral”, que es un grupo formado exclusivamente por hombres, quienes tienen el derecho de rociarles gas pimienta, ofenderlas y obligarlas a cubrir por completo cualquier parte de su cuerpo que pueda ser considerada ofensiva para el Islam.
Si alguna mujer es detenida por la Policía de la Moral, puede recibir una amonestación verbal, ser trasladada a un «centro de educación y asesoramiento» o a una estación de policía en donde les obligan a escuchar una plática sobre el uso correcto del velo o hiyab y los valores islámicos. Después les “permiten” llamar a alguien de su familia para que les lleven “ropa adecuada” y de esta manera, ser liberadas para continuar con sus actividades diarias, pero siempre bajo la mirada vigilante de la Policía de la Moral.
Con la llegada del siglo XXI, varias colectivas feministas y activistas en pro de los derechos de las mujeres, comenzaron a desafiar abiertamente al régimen religioso de Irán. Muchas de estas mujeres fueron reprimidas y castigadas severamente. Una de ellas es Nasrin Sotoudeh, quien fue condenada a 38 años de cárcel y 148 latigazos solo por ser la abogada de otras mujeres quienes protestaron por el uso del velo. Otro caso es el de Yasaman Aryani, una activista de derechos humanos, quien el Día Internacional de la Mujer, cuyo rostro fue grabado, sin velo, en el metro de Irán, dando un mensaje de solidaridad y repartiendo flores entre las pasajeras. Actualmente su condena es de 6 años de prisión.
El caso más reciente de abuso contra una mujer en Irán sucedió el día 13 de septiembre de 2022, cuando una mujer de 22 años, llamada Mahsa Amini, fue detenida en Teherán la capital de Irán. Justo cuando salía del metro, fue abordada por agentes de la Policía de la Moral. Ella fue acusada de no portar adecuadamente el hiyab sobre su rostro. Por esta razón, fue violentamente sometida y golpeada varias veces en la cabeza. Posteriormente, fue subida a una camioneta y trasladada a un centro de detención de la policía iraní. Durante el traslado siguió siendo golpeada brutalmente y perdió el conocimiento. Los agresores se negaron a llevarla al hospital. Después de 2 horas de verla inconsciente, accedieron a las súplicas de los familiares y fue llevada a un nosocomio. Mahsa Amini estuvo tres días en estado de coma y falleció el 16 de Septiembre de 2022. Las autoridades iraníes dijeron que murió de un paro cardiaco repentino al ser detenida. Tampoco permitieron a los familiares obtener el informe de la autopsia. La familia de Mahsa Amini dijo que sus piernas, brazos y rostro estaban llenos de moretones a causa de la golpiza recibida. Mahsa se encontraba a solo una semana de comenzar a estudiar medicina en la Universidad.
Esta injusticia originó una serie de protestas nunca antes vistas en Irán. Miles de mujeres de todas las edades salieron a las calles a manifestar su hartazgo por los abusos cometidos en su contra durante décadas de opresión. En dichas manifestaciones, las mujeres desafiaron a la Policía de la Moral, pues marcharon sin velo y con el cabello suelto. Niñas de primaria y secundaria, estudiantes universitarias, amas de casa y mujeres de la tercera edad se unieron para defender sus derechos humanos, quemando sus velos, incluso algunas de ellas cortaban su cabello en las calles, como signo de protesta contra las absurdas normas en su contra.
Las protestas le dieron la vuelta al mundo, sin embargo, no tuvieron el apoyo internacional que otras causas, como la invasión de Rusia a Ucrania, logró desencadenar. Fue durante La Copa Mundial de Futbol de Qatar 2002, que las protestas iraníes retomaron fuerza, pues los integrantes la Selección varonil de Irán se negaron a cantar su Himno Nacional durante el primer partido que disputaron, esto como forma de protesta por la represión en contra de las mujeres. Además, algunas aficionadas de Irán portaban playeras y pancartas de protesta, con mensajes de solidaridad, las cuáles les fueron arrebatadas por la miembros de seguridad de los estadios en Qatar, bajo la amenaza de ser encarceladas, pues dicha nación también profesa la religión del Islam.
La Copa Mundial de Futbol Qatar 2022 concluyó y las protestas se han mantenido constantes en Irán. Lamentablemente, el 7 de enero de 2023, las autoridades Islámicas de Irán ejecutaron a 2 jóvenes varones de 20 y 22 años, quienes participaron en las protestas por la muerte de Mahsa Amini. Ambos fueron hallados culpables de «difundir la corrupción en la Tierra», un crimen considerado grave y por el cual son sometidos a la pena capital en Irán, con el método del ahorcamiento.
Se calcula que más de 500 manifestantes, incluidos 70 menores de edad, han perdido la vida en las protestas, y aproximadamente 20,000 personas han sido detenidas. La ONG Amnistía Internacional dijo el mes pasado que las autoridades iraníes buscan la pena de muerte para, al menos, otras 26 personas, cuyas declaraciones de culpabilidad han sido obtenidas bajo tortura. Uno de los casos más emblemáticos es el del futbolista Amir Nasr Azadani, quien fue condenado a 26 años de cárcel después de una serie de protestas internacionales, pues su sentencia original era la pena de muerte en la horca, acusado de “moharebe” (enemistad contra Dios), por haber participado en las protestas callejeras a favor de las mujeres.
La ola de críticas contra el régimen iraní ha crecido, incluso el Papa Francisco se refirió a las protestas iraníes al lamentar, en general, que en muchos lugares del mundo se trate a las mujeres como “ciudadanas de segunda, donde se ven sometidas a la violencia y el abuso y se les niega la oportunidad de estudiar, trabajar, emplear sus talentos, y tener acceso a sanidad e incluso a la comida”
Si bien es cierto que cada vez hay más voces que lamentan la situación de las mujeres en Irán, ningún Presidente o Primer Ministro ha realizado una declaración contundente. Ni siquiera la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha realizado ningún esfuerzo por exigir que cese la violencia contra las mujeres iraníes. Las grandes potencias económicas del mundo se han mantenido al margen de las graves violaciones a los derechos humanos en Irán y simplemente lo observan como un problema local.
La lucha por los derechos de las mujeres en Irán apenas está comenzando. Son ellas quienes han salido a las calles a mostrar su hartazgo, para lograr el respeto a sus derechos humanos y libertades individuales. Mujeres de todas las edades y estratos sociales se han unido para levantar la voz, exigiendo al régimen teocrático y al mundo entero la dignificación del género femenino en dicha nación asiática. La quema de velos y los cortes de cabello que ellas mismas se realizan, contienen una gran carga simbólica y nos dan una lección de dignidad, amor propio y rabia contra las injusticias machistas y religiosas. Bajo el lema «Mujer, vida, libertad», las mujeres en Irán enarbolan la lucha más digna del género femenino en los últimos tiempos.
Y esta vez, saldrán victoriosas.