Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
Por Omar Sánchez
El 25 de noviembre de 1960, un día sombrío que resonaría a través de las décadas, marcó el brutal fin de las hermanas Mirabal. Mujeres y activistas, su único «crimen» fue desafiar al dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. Este trágico evento sirvió como punto de partida, inspirando un cambio global en la percepción y respuesta a la violencia de género. Desde entonces, cada 25 de noviembre conmemoramos el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, recordando no solo la tragedia de las Mirabal, sino también reafirmando nuestro compromiso con la erradicación de esta afrenta a los derechos humanos. En 1993, las Naciones Unidas adoptaron la Resolución 48/104 para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una declaración histórica que define la violencia de género como cualquier acto que cause daño físico, sexual o psicológico a una mujer. Este reconocimiento fue crucial, y estableció las bases para futuras iniciativas hasta que, en 1999, se proclamó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, un día destinado no solo a recordar la atrocidad que sufrieron las Mirabal, sino a impulsar acciones y concientizar al mundo sobre la persistente violencia de género.
El color naranja, desde entonces, ha simbolizado la lucha contra la violencia hacia mujeres y niñas. El Día Naranja, respaldado por las Naciones Unidas, se celebra cada 25 de mes, recordándonos la urgencia de erradicar este flagelo global. Esta iniciativa, liderada por ONU Mujeres y otros organismos de las Naciones Unidas, busca crear conciencia y promover acciones para prevenir y eliminar la violencia en todas sus formas. El naranja, un tono energético y vibrante, representa la búsqueda de un mundo lleno de vitalidad y libre de violencia. El Día Naranja no conoce fronteras; su alcance es global. En cada rincón del planeta, organizaciones, gobiernos, comunidades y personas se unen para mostrar su compromiso con la erradicación de la violencia de género. Campañas educativas, marchas, debates y programas de apoyo se despliegan con el objetivo común de construir un mundo más seguro y justo para todas las mujeres y niñas. Este día no es simplemente una fecha en el calendario, es una llamada constante sobre la necesidad urgente de trabajar juntos para eliminar la violencia contra las mujeres y niñas en todas sus manifestaciones, construyendo así un futuro donde la igualdad y el respeto sean una realidad para todos.
En México, la marcha anual por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer refleja la determinación de la sociedad. Con cientos de mujeres marchando desde el Ángel de la Independencia al Zócalo de la Ciudad de México, esta protesta pacífica busca no solo conmemorar, sino exigir justicia y castigo contra los feminicidas. Sin embargo, las estadísticas son impactantes: más de 3,000 mujeres, niñas y adolescentes pierden la vida cada año, y solo el 24% de estos casos se consideran feminicidios, esto de acuerdo con un informe emitido por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH). Dicho documento agrega que, cada día, 10 mujeres fallecen en nuestro país en ataques perpetrados por varones. En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, advirtió que esta violencia es producto de una desigualdad de género que sigue imperando en la sociedad. La cual, en México, no se limita a los actos mortales. Siete de cada diez mujeres experimentan al menos una forma de violencia a lo largo de sus vidas. La cultura del patriarcado persiste arraigada en la sociedad y representa una grave amenaza para todas las mujeres, tiene consecuencias inmediatas y a largo plazo en la salud, desarrollo y autonomía de las mujeres que son violentadas
Los incrementos en los niveles de violencia de género han contribuido a una creciente sensación de inseguridad por parte de mujeres mexicanas, quienes son más propensas a decir que no se sienten seguras al caminar solas en las calles. Cada hora, en promedio, una mujer pide apoyo a un refugio por situaciones de violencia intrafamiliar. Muchas mujeres sufren ataques brutales y logran sobrevivir, pero no llevan sus casos ante la justicia debido a una serie de factores, entre los que destaca el estigma, la revictimización y el miedo. Muchas de estas mujeres pasan el resto de su vida con serias lesiones y afectaciones a su salud, siendo objeto de burlas, discriminación y aislamiento social. Al dejar estos casos sin una sanción o sin una atención por parte del Estado, el mensaje que están dando es de completa impunidad, en el que los agresores, hombres regularmente que atentan contra la vida de una mujer, pueden hacerlo sin recibir ninguna sanción de por medio. Este tipo de ataques tiene su origen en una forma de educación que ha derivado del patriarcado y la sumisión de muchas mujeres. Estas prácticas culturales propician la vulnerabilidad entre un género y otro, siendo las mujeres las más afectadas. Las prácticas machistas, misóginas y discriminatorias también permanecen arraigadas en la cultura mexicana, visibles en el cine, series de televisión y música popular con grandes tintes de machismo.
La violencia afecta de manera inmediata a las mujeres que la viven, y lamentablemente, esta situación tiene consecuencias negativas en su salud, desarrollo y autonomía. La gran mayoría de la violencia contra las mujeres en diferentes contextos es cometida por un hombre que tiene una relación de parentesco o afectiva con la víctima. Algunos hombres están intentando cambiar muchas de las ideas y actitudes que sustentan la violencia contra las mujeres porque han tomado conciencia del daño que ocasiona. Una parte fundamental del cambio en la masculinidad tradicional (machismo) es asumir la responsabilidad por su violencia. Esta responsabilidad implica identificar esta violencia, darse cuenta de que se está lastimando a alguien. En un primer momento supone identificar los cambios que suceden en el cuerpo y la mente antes de ejercer violencia, qué sensaciones, sentimientos y pensamientos hay previos a las agresiones ya sean físicas, verbales, psicológicas o económicas. Cambiar no es fácil, pero tampoco imposible, un primer paso es reconocer que la violencia es un aprendizaje que también se puede erradicar.
La gran mayoría de los hombres crecen con muchos mitos masculinos, aprendidos desde la infancia. Muchos de ellos rechazan tajantemente todo lo que, desde su punto de vista, es de las mujeres, lo femenino. Es urgente terminar con todas las formas de violencia ejercida en contra de mujeres y niñas. Para lograrlo, se requiere voluntad de los agresores, planes educativos que sensibilicen a los niños varones desde su formación académica básica y el compromiso de las instancias gubernamentales para erradicar la violencia de género, la misoginia y la discriminación hacia las mujeres.
El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, con sus raíces en la tragedia de las hermanas Mirabal, nos invita a reflexionar sobre la urgente necesidad que tenemos como sociedad para erradicar la violencia de género. A través de la conciencia, la acción colectiva y un compromiso sostenido, millones de personas anhelan un mundo donde las mujeres no solo sobrevivan, sino que florezcan en un entorno de igualdad y respeto. Cada palabra, cada marcha y cada iniciativa nos acercan a la construcción de un futuro donde el naranja simbolice no solo la urgencia, sino la esperanza de un mañana en el cuál ninguna mujer sufra agresiones a manos de los hombres.