DANIEL ORTEGA, EL GUERRILLERO DICTADOR DE NICARAGUA
Por Omar Sánchez
Actualmente, Nicaragua vive una severa crisis de derechos humanos, los cuales se han visto violentados en los últimos años bajo el régimen de Daniel Ortega, quien ha sido presidente de dicha nación centroamericana en 5 ocasiones: la primera se dio entre 1985 y 1990, la segunda entre 2007 y 2012, la tercera entre 2012 y 2017, la cuarta entre 2017 y 2022 y la quinta de 2022 hasta 2025.
Estos mandatos consecutivos se lograron gracias una reforma constitucional que el mismo realizó, y que le permite reelecciones ilimitadas, en tres de las cuales ha participado junto a su esposa, quien actualmente es vicepresidenta de Nicaragua. Daniel Ortega siempre se ha sido postulado como candidato bajo la bandera del partido político Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), del cual también es líder.
El Frente Sandinista de Liberación Nacional fue fundado en el año 1961 y aglutinó en sus filas a grupos de campesinos, obreros e intelectuales de izquierda. Entre sus postulados se encontraban: una revolución agraria, mejores condiciones laborales para la clase trabajadora y la unidad centroamericana. Gracias a estos objetivos, recibió apoyo por parte del gobierno cubano, encabezado por Fidel Castro Ruz.
El FSLN comenzó a realizar algunos ataques militares en contra del gobierno del dictador Anastasio Somoza Debayle, quien fuera presidente nicaragüense desde 1967 hasta 1979. Su abuelo, Anastasio Somoza García, fue presidente de 1936 a 1956, y su hermano, Luis Somoza Debayle, lo fue de 1956 a 1967. De esta forma, la familia Somoza detentó el poder en Nicaragua durante más de 40 años, en los cuales gobernaron el país centroamericano con mano de hierro, hasta que, en 1979, el FSLN derroco a Anastacio Somoza Debayle, obligándolo a exiliarse, primero en Guatemala y después en Paraguay, donde fue asesinado por un comando del FSLN en 1980.
Daniel Ortega se integró al FSLN y rápidamente ascendió. En 1965, con apenas 20 años de edad, fue rápidamente declarado Comandante. En 1967, fue capturado y estuvo preso 7 años, hasta que fue liberado cuando el dictador nicaragüense “canjeó” líderes guerrilleros (entre los que se encontraba Daniel Ortega), por colaboradores cercanos a Somoza, los cuales habían sido capturados por el FSLN. El 17 de julio de 1979, el FSLN triunfó y derrocó al dictador Anastacio Somoza. De esta forma se puso fin a una de las peores dictaduras del continente americano.
En 1981, con el apoyo del presidente estadounidense Ronald Reagan, surgió un grupo armado denominado “Los Contrarrevolucionarios” o “La Contra”, como fueron popularmente conocidos durante su tiempo de existencia. El surgimiento de este grupo paramilitar dio inicio a una guerra civil en Nicaragua, la cual dejó entre 30,000 y 50,000 muertos, hasta que la paz entre el FSLN y La Contra fue firmada en 1990 y de esa manera se puso fin a un largo y sangriento conflicto que dejó profundas cicatrices en la sociedad nicaragüense.
En la actualidad, el régimen político de Daniel Ortega ha sido severamente cuestionado por diversos organismos internacionales, como Human Rights Watch, el cual publicó un informe en donde asegura que en 2022, el gobierno clausuró más de 2,000 Organizaciones No Gubenamentales, además de que mantiene una prohibición total contra el aborto (aun cuando la vida de la madre se encuentre en riesgo) y ha impuesto severas restricciones a la libertad de expresión y de asociación. Además ha ordenado el encarcelamiento de un gran número de opositores, incluidos siete candidatos presidenciales detenidos en 2021. Ellos fueron condenados a 13 años en prisión e inhabilitados para ejercer cargos públicos, acusándolos de traición a la patria y lavado de dinero.
La Unión Europea y Departamento del Tesoro de Estado Unidos han impuesto diversas sanciones contra Daniel Ortega, su esposa y el grupo más cercano de colaboradores que les acompañan en el gobierno de Nicaragua. Tanto el presidente como sus colaboradores, acusan un “intervencionismo” extranjero y un grave intento por vulnerar su soberanía nacional. Incluso excompañeros guerrilleros de Daniel Ortega han sido detenidos. Uno de ellos, Hugo Torres, de 73 años, murió mientras se encontraba detenido, incomunicado y torturado.
Muchas universidades han sido cerradas por recibir fondos de organizaciones extranjeras, estaciones de radio, televisoras y periódicos fueron cerrados también pues los legisladores nicaragüenses aprobaron una ley sobre ciberdelitos que penaliza una amplia variedad de comunicaciones en línea y, entre otras medidas, establece penas de hasta cinco años para quien “publique” o “difunda” información “falsa” o “tergiversada” en Internet “que produzca alarma, temor, zozobra”
Debido a las críticas recibidas a nivel internacional, Nicaragua decidió abandonar la Organización de Estados Americanos (OEA) en 202, negando todas y cada una de las acusaciones que señalan a Daniel Ortega como un dictador. Incluso, su régimen intensificó la violencia contra miembros de la Iglesia Católica, entre ellos la Asociación Misioneras de la Caridad de la Orden de Santa Teresa de Calcuta, las cuales fueron expulsadas de Nicaragua.
Después de ello, el Papa Francisco emitió una fuerte declaración que dice: «Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige”, refiriéndose a Daniel Ortega. Estas palabras fueron pronunciadas después de enterarse que el obispo nicaragüense Rolando Álvarez fue condenado, el pasado 10 de febrero, a 26 años y 4 de meses de prisión, por delitos considerados traición a la patria. El Papa Francisco también calificó al gobierno nicaragüense como una “dictadura grosera”.
Los señalamientos contra Daniel Ortega siguen creciendo a nivel internacional. Su gobierno se aísla cada vez más del exterior, y al interior de Nicaragua las libertades y garantías individuales de sus ciudadanos son socavadas día con día. ¿Hasta cuándo se perpetuará en el poder Daniel Ortega?, ¿Cuánto más podrán soportar los nicaragüenses estos atropellos?, las incógnitas son muchas pero existe una afirmación contundente y cierta: Daniel Ortega se está convirtiendo en el dictador que alguna vez combatió y derroco durante su juventud, y hoy busca perpetuar su apellido en la presidencia de Nicaragua, sin importarle el precio, ni la sangre.